Nunca la pude conocer. Ella subía a la esquina
y desde allí iba a volver. Todo era una locura licuada por cada consecuencia y
yo, yo no podía distinguir entre los errores y las características, ese día
había disfraces, ese día iba a morir.
Tal vez tengas que contar otra historia. ¿No
logras entender? No puedo, procuro pero no me llegan los errores exactos. Tal vez
debas entregar esa cuerda. Su dueño esta muerto. No puedes tener eso acá. Yo la
quiero, ella me entiende. Creo que todavía piensas en estar en el sueño de
aquella amiga de C.A. No pienso en eso, no sueño, sólo sé que las consecuencias
siguen a cada paso y los errores son una causa y las características lo saben.
Eso no es cierto, como puedes decir eso si eres una característica. Pero yo no
soy igual a ellas, ni un sueño, ni una suposición, ni un desastre. Es muy
cierto, conserva la cuerda, tal vez en algún punto de esos que no son
suspensivos, puedas encontrar a la voz que resuena entre las líneas que arma la
muerte de mi personaje, que arma la de nosotros por las noches. Ojala que sí.
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