Hemos inventado el silencio, si lo hemos inventado. Somos tan idiotas que sólo eso se nos ocurrió, pudiendo inventar los abrazos o las caricias, que todavía no las habían patentado, inventamos el silencio.
Y nos vimos invadido de todas las cosas patentadas y de un momento a otro, nos hicimos famosos, entre la brisa y las ventanas esparcieron la noticia, justo allí, la guitarra suena y volvemos al sueño.
Somos tan idiotas que inventamos el silencio, tratamos de llenarlo, de que entren las conchas y el pedazo de humo, pero no, hemos inventado el silencio para eso mismo, para no entender el presunto indicio de llevar una pausa a su sección habitual.
En el sueño, las lágrimas mojan todos los pies. Mi amiga sale del catafalco y con suaves movimientos, nos crea. Nos anuncia el fin. Somos tan idiotas que por un momento creímos estar despiertos y además, inventando el silencio. Mejor es volarnos la cabeza y creer, que de verdad, vamos a morir.
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